Un guerrero espiritual

       La  primera vez que fui a ayudar a otras personas a afrontar el dolor -dice Wanda Vosseler- conocí a una señora que había perdido a un hijo  meses antes. Se había retirado completamente del mundo. A pesar de todo lo que hicieron por sacarla de su depresión, nada parecía funcionar, no podía o no quería reaccionar ante nada ni nadie.
     En Noche Buena me llevé algunas grabaciones de música navideña al hospital, para los pacientes. La mayoría de la gente no les prestaba atención, era sólo música de fondo durante sus actividades y conversaciones. 
       Había grabado algunas lecciones de voz para hacer el casete de Navidad y al final de la grabación comenzaba a sonar  "O mio babbino caro", una de mis arias favoritas. Fui a detener la música pero al apagarla, la mujer que había perdido a su hijo, que nunca había hablado, dijo suavemente: "No, ponla".  
       Me sobresaltó oír que hablaba, pero volví a poner la melodía. Cuando terminó el aria, otra persona dijo: "Ponla otra vez". Eso hice. Después de eso, la mujer salió de su depresión. Poco a poco se recuperó y tengo entendido que abandonó el hospital y siguió con su vida. 
       Fue una gran experiencia ver el efecto que tuvo esa canción sobre esa alma en particular. No entendí completamente lo que sucedió hasta que años después escuche a la mensajera de la Gran Hermandad Blanca, Elizabeth Clare Prophet, dar una enseñanza sobre el efecto de la música. 
       "O mio babbino caro" es una canción que transmite el amor del alma hacia Dios en la persona del Padre. La música puede levantarnos el ánimo. La música y el arte nos afecta. Hay que prestar atención a la música que escuchamos y al arte que tenemos en casa. Me entristece mucho pensar en la música con la que muchos jóvenes han crecido. Están tan acostumbrados a ella, que no se dan cuenta de que les lleva hacia abajo.

 


Esta lección es un extracto del libro
Libertad del alma, página  62, escrito por Gene y Wanda Vossler, con Neroli Duffy. Publicado por Darjeeling Press.